lunes, diciembre 19, 2011

EN EL 2011... EN MATERIA DE FUTBOL, HUBO CAPOTE PROVINCIANO...

Por primera vez, el fútbol peruano tiene tres campeones del interior del país. Cachetazo a los que creen que 2011 fue la peor temporada de la historia: fue, en realidad, la peor temporada de los clubes grandes.
La temporada 2011 ha sido incesantemente catalogada por un sector de la prensa como «la peor de la historia» del fútbol peruano. A partir de la vorágine de reclamos que desnaturalizaron los torneos de Primera División y Segunda División, se ha machacado, sobre todo en redes sociales, la idea de que cualquier cosa ocurrida este año en el fútbol peruano es un adefesio y por tanto no habría que tomársela muy en serio.
Quienes seguimos año a año el fútbol peruano y no solo a dos o tres clubes, no obstante, sabemos que eso no es cierto. Que es imposible argumentar que un año como 2011 podría ser peor que uno como, por ejemplo, 2003, en el cual el campeonato ni siquiera terminó por una huelga de futbolistas y en el que la Federación Peruana de Fútbol, en un despropósito mayúsculo, consagró campeón del Clausura a Alianza Lima y, sin aplicar el mismo criterio, forzó a Sport Boys a jugar un cuadrangular (que acabó siendo de a tres). O ni que hablar si se lo compara con los nefastos torneos Regionales de finales de los años ochenta e inicios de los noventa; aquellos certámenes inventados por el tristemente célebre Ricardo Miranda Tarrillo que resultaban incomprensibles para el aficionado y gracias a los que se llegó al absurdo en 1990, de contar con 44 equipos en Primera División y a la invención de los denominados «partidos fantasmas» (planillas llenas de encuentros que no se jugaban en realidad) que acabaron condenando a una larga suspensión a Deportivo Junín, Defensor Anda y Alipio Ponce.
Ni el campeonato de 1990 ni el de 2003 pueden, pues, ser mejores que el de 2011, aun con todos los fallos en mesa de este último. Pero claro, es posible que para el sector de la prensa al que solo le interesan tres o cuatro equipos ello no sea perceptible. Total, en 1990 campeonó Universitario ante Boys, y en 2003 la final se la ganó Alianza a Cristal, y eso es lo que le importa a la gente, responderían; total, ellos no saben que Anda era de Aucayacu y que Alipio Ponce era de Mazamari, y eso a quién le importa, dirían.
Los noventa, entre otras transformaciones, asistieron a la evolución (o involución) de la prensa deportiva en el Perú de una que se ocupaba por igual de la mayoría de equipos a otra que puso el foco en los tres que podían masificarle ventas y generó un desequilibrio en sus contenidos. Eso es fácilmente comprobable con cualquier repaso hemerográfico de aquellos años. Fue una apuesta legítima, pero equivocadísima desde la lógica del marketing más elemental: se angostó un mercado en vez de ensancharlo, y se convirtió al producto fútbol en un parásito de los vaivenes de esos tres equipos.
Entonces, esa lógica es la que hoy, en buena medida, hace que la temporada 2011 sea vista como un desastre antes que como lo que es. Ante todo, una temporada en la que se ha producido un auténtico capote de los equipos del interior del país, que en un hecho inédito han copado los tres grandes títulos futbolísticos en liza: Primera División (Juan Aurich de Chiclayo), Segunda División (José Gálvez de Chimbote) y Copa Perú (Real Garcilaso del Cusco) -en 1981, cuando Melgar campeonó en Primera División y UTC lo hizo en Copa Perú, la Segunda División estaba desactivada, por lo que la circunstancia actual es única-. Y luego, una temporada en la que dos de los clubes grandes (Universitario y Alianza Lima) han atravesado la más pavorosa de sus crisis institucionales, consumada con el embargo de sus flujos futuros recientemente anunciado por la Sunat, y el tercer club grande (Cristal) se ha visto sumido en una terrible crisis deportiva.
Esa es, pues, la auténtica realidad del año 2011: uno en que el nivel relativo de las fuerzas cambió. Y que, en el colmo de la falta de análisis, se pretende enrostrarle al sistema la culpa de los absurdos reclamos en mesa que surgieron debido a que a la Comisión de Justicia de la Federación Peruana de Fútbol, presidida por el doctor José Luis Noriega Ludwick, no le dio la gana de aplicar las normas existentes y se abstuvo de enviar al descenso a Universitario y Sport Boys por haber acumulado las condiciones para perder dos partidos por walk over. Por el contrario, la CJ-FPF inventó la absurda figura de la derrota de 0-3 sin walk over de por medio, con lo cual desató la vorágine de reclamos que luego se extendió a Segunda División, le dio una tabla de salvación a un club ya descendido como Atlético Torino y acabó por desnaturalizarlo todo. Es decir, gracias a la CJ-FPF, la crisis de Universitario y Boys se convirtió en la crisis de todo el fútbol peruano, algo que el grueso de la prensa omite decir.
Este artículo no pretende, en lo absoluto, ser una reivindicación chauvinista o un acentuador de las polémicas entre los aficionados de Lima y del interior del país. Pero sí nos produce cierta rabia que con tanta facilidad se menoscaben los méritos de equipos como Aurich, Gálvez o Real Garcilaso y no se digan las cosas como realmente son.
Este 2011, pues, no ha sido el año más crítico del fútbol peruano; ha sido el año más crítico de los clubes grandes de Lima, que perdieron protagonismo a costa de los que sí hicieron bien las cosas en el interior del país.

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