martes, enero 25, 2011

OTRA DECEPCION MAS...

El cuarteto conformado por Alberto Beingolea, Daniel Peredo -ambos desde cabina-, Pedro García y Fernando Egúsquiza -ambos desde planta baja- tuvieron a cargo la transmisión del decisivo encuentro entre la blanquirroja y el cuadro vinotinto. Al principio, las energías estuvieron cargadas y se comentó, por ejemplo, lo que pagaba una casa de apuestas por el triunfo peruano. Es más, la jornada pintaba para bien luego de la predicción del ‘Internacional’ al decir: «Un gol va a haber» y el posterior gol de Noronha.
Pero luego, con el correr de los minutos, la tensión se fue apoderando de gran parte de los que apreciaron el encuentro al ver que Perú no podía aumentar la cuenta. Incluso, Peredo soltó esta frase: «Parece que los tres de arriba se han peleado, porque no hay otro motivo por la cual no se pasen la pelota». Al final del cotejo, un profundo silencio en plena transmisión evidenció lo que casi todo el país sintió: frustración, aunque de todas formas se resumió, en pocas palabras, la razón principal por la que el seleccionado nacional no pudo ganar partido alguno en este certamen. Estupenda cobertura para otro momento difícil -para variar- que ha tenido que soportar el fútbol peruano.
Ferrín se dio cuenta, por lo menos, que a este equipo le costaba muchísimo jugar con tres al fondo. La tradición e historia de la que comentó el estratega uruguayo justamente nos dice que siempre hemos jugado con cuatro defensores, más allá de que en los últimos años no se haya podido contar con sólidos marcadores laterales. Decidió de manera correcta al cambiar de arquero, ya que independientemente de las condiciones técnicas de Ulloa, no estaba pasando por un buen momento. Cáceda respondió bien a la oportunidad que le brindaron y tuvo, al menos, un par de atajadas que pudieron transformarse en goles venezolanos.
Al fondo, Requena fue el que no estuvo a tono con el resto de sus compañeros. Igual, los apoyos recibidos por sus compañeros hicieron de que sus contados errores no fueran letales, aunque para la segunda mitad, Donayre y Callens bajaron muchísimo el nivel mostrado en la etapa inicial. El más correcto fue Zapata, quien tampoco fue exigido por Mario Sánchez y se dio licencia para acompañar en ataque y ser una opción ofensiva: el lateral generó ocasiones de gol. En líneas generales, la defensa mejoró con respecto a las dos anteriores presentaciones y jugaron con la seguridad que desde su pórtico dio el meta que militó en América Cochahuayco el año pasado.
La volante de marca mejoró bastante con la presencia de Carlos Ascues, quien mostró atrevimiento y producto de ello dejó muchos espacios que fueron aprovechados por Yohandry Orozco. Ángel Ojeda, su complemento ideal, volvió a ratificar que es uno de los más aceptables de este conjunto: se da abasto para marcar y sumarse al ataque. Nuevamente se erró en la eficacia en los últimos metros y pese a la constante movilidad de los más talentosos y las oportunidades generadas, el gol se alejó de las intenciones nacionales.
Si bien es vistoso y atractivo que un jugador demuestre sus cualidades, parte del éxito en el fútbol es la colectividad que debe primar en todo equipo. Y esto es lo que faltó en la escuadra de Ferrín a lo largo del certamen y, posiblemente, desde que asumió el buzo nacional. La misión del charrúa consistía en sacarle provecho a las tremendas habilidades de jugadores como André Carrillo, Osnar Noronha, Christian Cueva y todos los que nos mostró el Torneo de Reservas. No se hizo una utilización de los recursos que había y en este tipo de torneos se paga caro. Un equipo no puede jugar a medias: si algo le faltó a Perú es, precisamente, la contundencia.
La identidad que ha mostrado Venezuela en este certamen es la modestia. A partir del reconomiento de sus falencias, el cuadro vinotinto le ha sacado jugo a cada uno de sus jugadores y ha obtenido resultados nada negativos. Por lo contrario tiene algunos jugadores que asumen el rol protagónico y que tienen la capacidad de romper esquemas. Una defensa compacta y conciente de sus limitaciones supo regenerarse para que Perú no penetrara a su gusto.
Para la complementaria ingresó Daniel Febles y, unos minutos más tarde, lo hizo José Alí Meza. El entusiasmo de ambos contagió a todo su elenco y, sobre todo, le dio un respiro a Yohandry Orozco, quien tuvo un desgaste notable en el primer tiempo. Esas dos modificaciones lograron sostener el discreto funcionamiento de Venezuela y aparentar una suficiencia en el campo de juego.
No se puede decir lo mismo en Perú: ni Torrejón ni Ubierna fueron alternativas de solución en la blanquirroja. El primero hizo sentir su falta de experiencia con respecto al resto del plantel ante la necesidad peruana de asegurar el resultado: no es una «pichanga» de barrio ni nada por el estilo, es un torneo oficial de países. Esto último tampoco parece entenderlo Benjamín Ubierna, quien no logra combinar el biotipo con la actitud que hay que tener cuando se pone la camiseta de la selección de un país.
El capo: Yohandry Orozco
Ya no se aprecian, comúnmente, jugadores que son capaces de resolver partidos por sus propios medios. Pocos pueden explicar cómo se ilumina un jugador para hacer genialidades y, sobre todo, se vean reflejadas en el marcador. La ‘10’ no la lleva cualquiera y así lo demostró el venezolano, quien fue capaz de lidiar con la actitud pasiva de sus compañeros y resolver el partido por sí mismo.
La única diferencia, por más simple que parezca decirlo, del volante llanero con los talentosos nacionales es la efectividad. Orozco no dejó de buscar y quizá, al igual que nuestra afición, lo podían calificar de individualista, pero el hecho es que se mandó, cuando pocos lo esperaban, un golazo de colección. ¿Alguien le dirá algo? Por supuesto que no. Fue el más insistente de Venezuela y tuvo un rico premio al final: evitar la caída de su selección con un señor gol.
¿Qué es lo que se viene?: Esta es la pregunta que todos tendríamos que hacer. Este capítulo ya terminó. La generación de los Carrillo, los Cueva, los Noronha seguramente ya pasará a otra faceta. ¿Qué hacer para que no volvamos a pasar este tipo de semanas tan lamentables? Para quien escribe, se debe refortalecer lo poco bueno que se ha hecho (como el Torneo de Reservas) con innovaciones que tengan frutos a corto plazo. Hay que convencernos de que los resultados se producen a partir de un trabajo. Habría que agilizar el proceso de mejora y plantear tiempos de trabajo más prolongados: no es posible -y no se tendría que repetir- que un técnico solamente tenga seis meses de laburo y 16 partidos de preparación, cuando el resto en ese sentido nos saca una notable ventaja. A partir de reconocer los errores se puede apuntar a clasificar a un Mundial y no porque el calendario nos indique de que se tiene que jugar.